El Design Thinking es uno de los enfoques de innovación más conocidos y utilizados en cualquier contexto creativo, pero ¿cómo funciona realmente? ¿Cuáles son los pasos a seguir? ¿Es el mismo proceso para todos los contextos?
Índice de contenidos
El Design Thinking como actitud
En nuestro anterior artículo hablamos sobre el Design Thinking y su importancia en las estrategias de marketing. En esencia, esta metodología ofrece un marco de pensamiento para resolver necesidades relacionadas con las personas. Un marco basado en distintas herramientas para integrar estas necesidades con la tecnología y, por ejemplo, tus objetivos empresariales.
Asumir una ‘actitud de Design Thinking’ es algo valioso, tanto para los profesionales como para las empresas. Entre otros, nos permite refinar habilidades para comprender y abordar los rápidos cambios de nuestro entorno y los comportamientos de nuestros clientes.
El proceso del Design Thinking no es lineal sino iterativo. Requiere ante todo disposición para repetir y aprender, cuestionar suposiciones, redefinir problemas y crear soluciones innovadoras con prototipos y pruebas. A continuación te contamos de qué se trata este proceso.
El trabajo colaborativo como base creativa
El trabajo colaborativo es la base de todo el proceso de Design Thinking, ya sea a nivel de empresa o equipo. Ocurre cuando diferentes personas y disciplinas se unen para colaborar con sus ideas en la creación de soluciones a problemas relacionados con los seres humanos.
Es fundamental entender que, cuando nos abrimos a explorar esta metodología, todos los participantes aportan su propia experiencia en la mesa de trabajo. Y que esta manera de abordar las ideas desde distintos puntos de vista es justamente lo que enriquece el proceso. El comercial piensa en la conversión de ventas; el equipo de marketing piensa en campañas y ejecución; los informáticos piensan en tecnología. Pero si hay algo que los une a todos es lograr ponerse de acuerdo en las necesidades de las personas que inspiran el trabajo de tu negocio.
Según Seth Godin, no debes enfocarte en encontrar clientes para tus productos, sino en encontrar productos para tus clientes. Y es en este sentido que el Design Thinking resulta valioso, ya que proporciona un camino centrado en las personas, un camino que tanto diseñadores como vendedores, ejecutivos o informáticos pueden entender.
Hay muchos consejos y opiniones sobre esta metodología. El éxito depende de tener claro cuándo generar ideas de manera individual o por equipos especializados en un tema y cuándo colaborar y mezclar disciplinas.
El dilema no es tanto elegir entre la creatividad individual o la grupal, ya que, para empezar, algunas tareas no son abarcables individualmente, por ejemplo: el montaje de una estructura o la organización de un evento. La pregunta correcta es: ¿cuál es la mejor manera de organizar y dirigir tu equipo de trabajo?
La mayor parte de la creatividad combina actividades grupales e individuales, pero el desafío es cómo combinarlas. Diversas investigaciones aseguran que el brain storming o lluvia de ideas en grupo no es realmente tan eficaz, sino que es mucho mejor proponer un período de lluvia de ideas en solitario antes la lluvia de ideas grupal para mejorar la cantidad y calidad de las ideas generadas.
Otro factor para estimular la creatividad grupal es el tiempo. Al igual que con muchas cosas, cuando agregamos una dimensión de tiempo, tanto el problema y las soluciones se ven diferentes. Permitir que las ideas tomen forma en breves encuentros de actividad ayuda tanto a individuos como a grupos a bajar sus filtros de perfección y generar más opciones. Permite a tu equipo y colaboradores que las ideas se cuezan a fuego lento y se fusionen con el tiemp. Esto ayuda a llevarlas a un estado más maduro que se puede convertir en el siguiente paso de tus objetivos.
Los pasos del Design Thinking
Por lo general, en el Design Thinking hablamos de 5 fases o pasos para llevar a cabo el proceso. Sin embargo, hay tantas maneras de nombrar este proceso como organizaciones que lo incorporan en el mundo.
Un ejemplo lo ofrece la propia IBM con su metodología Enterprise Design Thinking, que consta de tres pasos:
Observar.
Sal y explora tu entorno. Haz inmersión en la realidad de los usuarios y potenciales clientes.
Reflexionar.
Reúnete con tu equipo para reflexionar desde distintas perspectivas sobre lo que observaron.
Hacer.
Materializa las ideas.
El modelo de Standford
Y en este punto, te sugerimos que no pierdas de vista una de las grandes preguntas que, según Seth Godin, condensa el Design Thinking a la hora de tomar decisiones: ¿Esto nos ayuda?
Godin propone el siguiente ejemplo: “Tengo un gran sombrero de lana que uso en el invierno. ¿Ayuda? Bueno, eso depende de para qué sirve. Si está diseñado para mantenerme caliente entonces sí, ayuda.” La misma pregunta sirve cada vez que tomamos la decisión de resolver un problema o necesidad ¿Para qué haremos esto? ¿Ayuda? Si no ayuda, o no sabes para qué sirve, tal vez tengas que revisar tu decisión.
La versión más común de este proceso proviene de la perspectiva académica de la Stanford d.school, un modelo fácil, ágil y comprensible:
Empatizar.
La empatía es la pieza central de un proceso de diseño centrado en el ser humano. Es el modo de comprender a las personas dentro del contexto de tu desafío: qué hacen y por qué, cuáles son sus necesidades físicas y emocionales, cómo piensan y ven el mundo y qué es lo que les importa. Este es el comienzo de el proceso de síntesis, que conduce a al segundo paso.
TIP: Al observar y escuchar tu entorno, saca conclusiones con tu equipo para comprender el panorama general y captar las conclusiones. Permite que todos compartan toda la información de sus cabezas, visible en un tablero o pared para comenzar a hacer conexiones: fotos, post-its, referentes, citas, mapas, experiencias, cualquier cosa que capture impresiones e información sobre tu usuario.
Definir.
La misión aquí es definir un punto de vista compartido por todos sobre el desafío, reto o problema que están enfrentando en función de lo aprendido sobre el usuario y su contexto.
En esta etapa se trata de dar sentido a la información reunida. El objetivo es elaborar una síntesis significativa del problema para que sea procesable por todos, pues será la carta de navegación de tu empresa o marca.
TIP: Definir el problema o desafío determina las ideas en las que te enfocarás para generar soluciones casi de manera natural. De hecho, las lluvias de ideas de las que hablamos antes son una gran prueba de fuego en esta etapa, Pues si las ideas caen fuera de tu punto de vista o problema, entonces hay que volver a definirlo.
– Busca desafíos específicos, no amplios.
– Busca entornos que inspiren a tu equipo.
– Capacita a tu equipo para tomar decisiones de forma independiente y en paralelo.
Idear.
Es el momento de la generación de ideas. Una fase de “ampliación y aceptación” en términos de conceptos, posibilidades y resultados. El entusiasmo que se genera aquí proporciona tanto el combustible como el material de origen para después construir prototipos y obtener soluciones innovadoras para tus clientes.
TIP: Recuerda que las ideas no surgen de la nada; más bien emergen de un proceso de síntesis de información para descubrir conexiones y patrones.
– Para no perder todo el potencial de creatividad que se despierta aquí, has que el proceso de selección sea ponderado, manteniendo las puertas abiertas para llevar a cabo varias de las ideas.
– Designa criterios de votación diversos, por ejemplo: “el más cautivador para los clientes”, “la elección factible”, “lo más original”. De esta manera, preservas el potencial de creatividad de tu equipo al llevar adelante múltiples ideas, con un enfoque radicalmente diferente, en lugar de optar por una idea única en la que al menos la mayoría del equipo pueda estar de acuerdo.
Prototipar.
La cuarta fase del Design Thinking es la del prototipado. El momento en el que las ideas se materializan, se hacen tangibles. Se llevan a cabo prototipos de las soluciones elegidas por el equipo. Al no ser decisiones fijas, lo que se busca es comprobar su viabilidad para encontrar fallos, mejoras o ideas para reemplazar, descartar o combinar.
TIP: Un prototipo puede ser cualquier cosa con la que un usuario pueda interactuar, desde una encuesta hasta una experiencia.
– Construye tu prototipo con el usuario en mente.
– No te apegues a las ideas, a veces hay que dejar ir algunas buenas ideas para que lleguen mejores.
Probar.
Por último, debes conseguir feedback sobre los prototipos que has creado. Es otra oportunidad para generar empatía con los clientes y para fortalecer a tu equipo. También es una gran etapa para enmarcar aún mejor el problema o desafío porque te muestra en qué fallaste. Recopila comentarios, perfecciona las soluciones y sigue aprendiendo sobre tus clientes.
TIP: No preguntes si a la gente le gusta o no su solución. En su lugar, pregunta «¿Por qué?» Y concéntrate en lo que puedes aprender sobre la persona y el problema.
– Crea una experiencia, trata de crear un escenario que capture una situación real. Si no se prueba un prototipo in situ quizá no sea posible enmarcar una situación realista.
– Prototipa siempre como si tuvieras razón, pero prueba como si supieras que estás equivocado: la prueba es la oportunidad de refinar tus soluciones y hacerlas
mejor.
Una recomendación final
Transformation by Design, documental que puedes ver en línea. Ofrece entrevistas únicas con líderes en la primera línea de la transformación digital en algunas de las principales empresas digitales del mundo, incluidas Netflix, BBVA y Hulu.
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