En un artículo anterior reflexionamos sobre creatividad y liderazgo como experiencias que tienen el potencial de descubrir nuestra mejor versión como equipos. En este artículo de ADERAL Blog compartimos algunas reflexiones e ideas para cultivar la propia creatividad.
Creatividad y conexión
La creatividad es ante todo una relación que establecemos con nosotros mismos para impactar de manera positiva en otras personas. Por tanto, podemos afirmar que la creatividad estimula la conexión.
Cuando cultivamos la creatividad afinamos nuestra capacidad de conectar con nosotros y con el mundo. Por supuesto, hablamos de creatividad en sentido amplio. No solo nos referirnos a la creatividad artística, sino a cualquier acto que requiera concentración, habilidad e ingenio.
La creatividad no se puede forzar, como tampoco se puede controlar de forma absoluta. Por esto a veces aparecen obstáculos en el trabajo creativo que terminan por bloquearnos.
Comencemos por identificar estos obstáculos, que son principalmente dos: la procrastinación y el ‘crítico interior’.
Obstáculos de la creatividad
Procrastinación
Uno de los más famosos enemigos de la creatividad es la procrastinación. Los científicos sociales la definen como “retrasar una tarea por un tiempo desadaptativamente largo”.
Un estudio encontró que más del 70% de los estudiantes universitarios posponen sus tareas escolares, y que más del 20% de los adultos son ‘procrastinadores crónicos’.
En los últimos años se ha revelado que la procrastinación podría tener más que ver con la emoción que con el manejo del tiempo. Según este enfoque, la procrastinación ocurre por dos razones básicas:
(1) Retrasamos la acción porque sentimos que no estamos de humor para completar la tarea.
(2) Asumimos que nuestro estado de ánimo cambiará en un futuro cercano.
El problema es que aplazar una tarea importante nos hace sentir emociones contraproducentes para el proceso creativo, como ansiedad o culpa. Estas emociones nos hacen aún menos propensos a comenzar la tarea y, por ende, menos productivos.
¿Cómo romper el círculo vicioso de la procrastinación?
Posponer tareas creativas a veces es útil, te permite cuestionar preconceptos o problemas y obtener perspectiva e inspiración. Sin embargo, esa inspiración no llegará tan fácilmente si pasas horas sentado mirando la pantalla.
Un estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology demostró que caminar es una actividad que estimula la creatividad. Así que este es un buen consejo: si vas a posponer una tarea, sal a dar un paseo.
El crítico interior
El ‘crítico interior’ es una resistencia natural a nuestro proceso creativo. Cada vez que buscamos innovar, que tomamos una decisión con alto nivel de incertidumbre o que nos exponemos a la opinión de los demás, nuestro sistema interno de alerta se enciende haciendo uso de la emoción más protectora: el miedo.
Es importante entender que cada vez que ponemos en marcha un proceso creativo este sentimiento de vulnerabilidad va a estar presente. Como no podemos evitarlo por completo, debemos aprender a manejarlo para sacar partido de él. Y esto es lo que marca la diferencia. Algunas claves para ello son:
Una motivación adecuada
Una de las principales razones para no sentirse creativo es no estar motivado para serlo, o que la motivación esté mal enfocada. Hay dos tipos de motivación: positiva y negativa.
La motivación positiva proviene del deseo de lograr recompensas tangibles, de lograr una solución que beneficie o impacte positivamente. La motivación negativa proviene del miedo a que algo malo suceda, al fracaso o la decepción.
Atención plena
Investigaciones en torno a la salud mental han demostrado que prácticas de concentración como mindfulness favorecen la atención plena. Esto es: estar en tiempo presente, completamente inmersos en lo que nos ocupa, prestando total atención a los detalles de la experiencia creativa.
Autoamabilidad
De acuerdo con Emma Seppala, autora del libro The Happiness Track, la autocrítica es básicamente un autosabotaje que estanca el proceso creativo. Mientras que la autocompasión (tratarse a sí mismo con la comprensión, la atención y la amabilidad con la que se trataría a un amigo) conduce a una resiliencia, productividad y bienestar mucho mayores.
Ideas para cultivar la creatividad
Una vez que hemos analizado cómo los obstáculos de la creatividad obstruyen nuestros propios procesos creativos, es el momento de incentivar una relación cotidiana con la creatividad. Estas son algunas ideas para ello:
1. Desafiar los propios paradigmas
De la misma forma que las organizaciones tienen una sabiduría convencional sobre “la forma en que se hacen las cosas”, y que muchas veces se empecinan en ideas estratégicas que rara vez se cuestionan, nuestra mente también está plagada de creencias “inamovibles” que podemos —debemos— desafiar y cuestionar.
Atreverse a probar experiencias diferentes, leer autores y temas que no son usuales en nuestra biblioteca, o someter los sentidos y el cuerpo a actividades no habituales, es otra forma de sacar el cerebro de lo familiar y lo cómodo.
2. La estrategia del océano azul
La ‘estrategia del océano azul’ fue propuesta en un best seller publicado con este mismo nombre por los expertos en management y negocios W. Cham Kim y Renée Mauborgne. En términos generales, propone encontrar nuevos nichos de mercado en aquellos espacios que todavía no han sido explorados. Es una teoría que se puede aplicar a nivel personal tan solo «renovando los votos de confianza en la curiosidad«. ¿Qué espacios tenemos por explorar en nuestra propia vida creativa? ¿Qué temas, personas, actividades o entornos suscitan nuestra curiosidad?
3. Restringir las distracciones
En el proceso creativo la presencia es la base de todo. La creatividad no se sirve de la distracción continua, por el contrario exige atención sostenida y profunda. Una táctica sencilla para fomentar la creatividad es restringir las distracciones. Cuando estamos creando, hacer esto marca los limites necesarios para trabajar con un rumbo fijo.
4. Privilegiar el proceso
Crear, al igual que emprender, es ante todo un proceso. Si asumimos la creatividad como «encontrar una respuesta a un problema», estamos tratando de llegar al destino sin viajar. En lugar de enfocarnos en el fin, la clave está en privilegiar el proceso. Esto implica confiar en el “no saber”, aceptar desvíos y valorar el descubrimiento sobre la certeza.
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